Camino del Guadatín

El Guadatín es uno de los arroyos que drenan la Campiña cordobesa por la margen izquierda del Guadalquivir. Nace en el cortijo de Leonís, entre El Carpio y Cañete de las Torres, y recorre más de veinte kilómetros de tierras arcillosas que hiende y arrastra hasta su encuentro con el Guadalquivir. En su último tramo separa los términos municipales de Córdoba, al oeste, y Villafranca a oriente.
Navegar por esos últimos kilómetros del Guadatín, aguas arriba desde su desembocadura, nos llevó a echar nuestros kayaks al agua el pasado fin de semana. Como es habitual, embarcamos en el Parque Fluvial de la Fuente del Río, en el magnífico pantalán envidia de todos los piragüistas. A apenas 400 metros aguas abajo nos adentramos por el caño que rodea la isla del Lomo, también llamada isla de los Pájaros por la profusión de aves que en ella anidan. El trayecto alrededor de la isla, de poco más de un kilómetro, nos devolvió a la anchura del Guadalquivir y continuamos paleando a favor de la corriente hacia la cola del Guadatín.
El paseo por este arroyo (el «Pequeño Amazonas») es siempre emocionante. A pesar de que el caudal era mayor del que suele presentar en estas fechas, solo pudimos adentrarnos unos 700 metros, zigzagueando entre un frondoso bosque de ribera en el que reinan los álamos y el taraje, sorteando los troncos que las últimas borrascas han cruzado sobre el cauce y esquivando las zarzas que, a modo de lianas espinosas, nos iban trabando a poco que nos acercábamos a las orillas.
El nombre de Guadatín procede del árabe Wadi-l-tín que, literalmente, significa «río del barro», denominación justificada por el barrizal con que regala las orillas en cada crecida. Sus aguas someras y el lodo que mancha sus riberas nos obligaron a volver las proas y desandar el camino andado.
Por aprovechar algo más la espectacular jornada de piragüismo, estiramos los últimos tres kilómetros que nos separaban del embarcadero explorando las orillas sembradas de cañas, bajo el vuelo de las garcillas, los martinetes y alguna rapaz hasta que al fondo apareció, marcando el final del trayecto, la imponente silueta roja del Puente de Hierro, la pasarela que salva el Guadalquivir uniendo la campiña y la sierra desde principios del s XX, vedada a la circulación en 1981 tras la construcción del nuevo puente de los Remedios.
A la sombra del viejo puente pusimos fin a la travesía.

Hay algunas fotos de la jornada en este enlace.

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