Poco más de doce kilómetros separan la presa de El Batán, a través del río Genil, del puente romano de Écija. Doce kilómetros de cauce estrecho, sinuoso y permanentemente flanqueado por un frondoso bosque en galería que aporta sombra y frescor.
El tramo comienza en el cortijo de El Batán, tras la espectacular cascada del azud de la antigua central hidroeléctrica. A partir de ahí se suceden un sinfín de pequeños obstáculos (rápidos, corrientes, trenes de olas…) de escasa dificultad, aunque suficiente para amenizar la travesía y soltar adrenalina.
En esta ocasión, nuestra meta se encontraba junto al milenario puente de Écija, una pasarela de origen romano varias veces reconstruida y desafortunadamente ensanchada a principios del s. XX. A unos metros del puente, al final del muelle del parque de San Pablo, se encuentra la sede del Club Ecijano de Piragüismo L@s Papafrita, nuestros guías y -sobre todo- nuestros anfitriones en este divertido descenso. Gracias a su hospitalidad concluimos la jornada compartiendo un almuerzo y preparando nuevas actividades.
Hay algunas fotos de la travesía en este enlace.